Alejandro de la Sota

Nació en Pontevedra, creció en un entorno de clase media alta, que le permitió desarrollar pronto sus aptitudes artísticas. Se trasladó a Madrid para estudiar en la Escuela de Arquitectura de Madrid, de la que se graduó en 1941 y donde fue nombrado Dr. Arquitecto en 1965. Durante casi dos décadas, de 1956 a 1972, fue profesor en esa misma escuela.
De la Sota desarrolla toda su carrera en Madrid, ciudad en la que fallece, aunque mantuvo lazos familiares con su Galicia natal. Fue uno de los grandes promotores de la industrialización en la construcción de los años 1960, introduciendo elementos industriales en la obra y la profesionalización de la misma. Sus edificios suelen combinar de forma sorprendente un gran rigor geométrico, de lineas claras y rectas, con la audacia en las estructuras.


Entre sus obras más representativas destacan algunos edificios públicos como el Gobierno Civil de Tarragona (1954-1957), un volumen pulcro y rotundo; el centro de cálculo para la Caja Postal de Ahorros de Madrid (1975), dos imponentes prismas cuadrados; la nueva sede de Correos y Telecomunicaciones de León (1981), edificio funcional de gran sencillez estructural y claridad interior; y los nuevos juzgados de Zaragoza (1986), articulados en torno a un patio central abierto y con un interesante cerramiento de chapa. También sobresalen edificios de carácter escolar y universitario como el colegio mayor César Carlos (Madrid, 1967), un conjunto orgánico y funcional a modo de campus a pequeña escala, y un centro de aulas en la Universidad de Sevilla (1972), cerrado sobre sí mismo a patios interiores ajardinados y entoldados surcados por ligeras pasarelas.
Dentro del conjunto de sus viviendas destacan la residencia infantil de verano de Miraflores de la Sierra (Madrid, 1957), tres gradas continuas cobijadas por un gran faldón de cubierta que responden miméticamente a la topografía del lugar; un bloque de viviendas en Salamanca (1963), una fachada con ritmo regular de huecos-miradores, y algunas viviendas unifamiliares como la Varela (Collado Mediano, Madrid, 1964), Guzmán (Santo Domingo, Madrid, 1972), Domínguez (La Caeyra, Pontevedra, 1976) o la desaparecida de la calle Doctor Arce, de Madrid (1965). Por último, hay que mencionar su obra más representativa: el inolvidable gimnasio del colegio Maravillas (Madrid, 1961), con su extraordinaria sección transversal que pliega las aulas sobre la pista deportiva en busca de la luz de sur.